“Estamos aquí por los caballos, ellos siempre tienen la razón” - Ray Hunt

La equitación natural es una filosofía que emplea la forma de comunicación corporal y social del equino para formar una buena conexión entre caballo y humano. Esta forma de trabajar puede aplicarse a cualquier disciplina, como puede ser la doma clásica, salto, doma vaquera, doma western, trabajo de campo, etc. 

Este tipo de amansamiento con caballos tuvo origen hace 2500 años en Grecia, donde un general llamado Jenofonte, siguiendo las directrices de un maestro llamado Simón de Atenas, escribió los primeros libros de equitación, donde se mencionaba un trato coherente, respetuoso y cordial hacia el caballo, con lo cual se conseguía un animal más entregado a su jinete, y por lo tanto, con más eficacia para la guerra. Pero fue Alejandro Magno el primer caballista realmente reconocido con esta filosofía, quién domó con doce años al que sería su caballo de guerra: Bucéfalo. El muchacho descubrió que el caballo no tenía maldad, pero le asustaba su propia sombra. Cómo remedio, colocó al animal frente al sol y cabalgó con él. Este personaje histórico nos da la primera clave y la más importante de esta filosofía: pensar. 

Surcando los años, décadas y centurias, esta filosofía ha tenido varios vacíos históricos. Pero tuvo un importante auge durante la colonización española en América. Sobretodo en la zona noroeste (California) donde la cultura y el arte ecuestre español se mezclaron con la sensibilidad y conexión por los animales que tenía los nativos americanos. Fue entonces cuando nació el vaquero californio, el cual creó una unión con el caballo a partir del respeto y la confianza, dos pilares básicos para practicar el horsemanship (equitación natural).  

En el siglo XVII, XVIII y XIX resaltaron personajes, tanto por América, como por Europa con sus particulares métodos naturales. Fueron tales como El Padre Kino, Denton Offut, Dan Sullivan, John Solomon Carey, Dennos Magner, o el profesor Jesse Bery. 

La herencia que nos deja la cultura árabe y la centroeuropea en España y esta a su vez en América, dando un círculo de influencias y entremezclando conocimientos y sobretodo sensibilidad, es la que despertó la creación popular de la equitación natural. Al fin y al cabo tiene muchos nombres dependiendo de la zona o quien la emplee. Distintos y conocidos nombres son: horsemanship, natural horsemanship, doma sin resistencia, doma racional, doma india, doma ética, doma inteligente, doma natural, etc. 

El horseman (caballista) más conocido es Pat Parelli, quién presenta siete juegos para conectar con el caballo e instarle a su curiosidad. También está Buck Brannaman quién expandió el horsemanship de Ray Hunt, un buckaroo que dio al mundo su forma de solucionar problemas de caballos mediante cursos o demostraciones. Estos fueron algunos de los alumnos del revolucionario “abogado de los caballos” Tom Dorrance, un hombre muy sensible que hablaba de “hacer lo necesario para que un caballo no se agobiara ni tuviera problemas”. Otros horseman conocidos son por ejemplo: Bill Dorrance, Richard Caldwell, Leslie Desmond, Monty Roberts, Clinton Anderson, Craig Cameron, Bryan Neubert, Meter Campbell, Mark Rashid, Gawani Poni Boy, Chico Ramírez, Lucy Rees…trabajan con diferentes técnicas, las cuales pueden ser más afines a nuestros gustos. 

En nuestra experiencia, primero observamos a los caballos determinando qué tipo de rol adopta y qué carácter tiene. Con ello, averiguamos la forma de proceder para su amansamiento. Primero trabajándolos exhaustivamente pie a tierra y a posteriori emulando dicho trabajo encima del dorso del equino. Existen unos ejercicios orientativos para iniciar a un caballo y convertirnos en su líder, como de un grupo o manada se tratase. Éste trabajo es de forma general pero, en algunos casos en los que el animal presenta vicios o resabios producidos por el humano, debemos guiarnos por la empatía hacia el animal que trabajamos y esa empatía sólo puede ser real si pensamos como lo haría un caballo. Son estos los ejercicios generales: ejercicio de control de su huida, de su movimiento, de su espacio y de su cuerpo, pero es la energía y la sensibilidad la que nos convertirá a cada uno de nosotros en buenos caballistas, es ahí donde hay auténtica equitación natural. 

Cuando conectamos por primera vez con un caballo marismeño fue nuestro pensamiento el siguiente “por fin conocemos a un caballo de verdad”. Tanto su físico, como su mente, pertenecían a un animal salvaje. Es en estos caso, que la influencia humana es muy baja, y por lo tanto, nuestros ejercicios con ellos, nuestros movimientos, nuestra energía y sobretodo nuestra intención debe ser clara, correcta y sincera. Al fin y al cabo, para todos los parámetros del mundo del caballo hay que pensar y por ello dejamos esta perfecta frase de Ray Hunt “Estamos aquí por los caballos, ellos siempre tienen la razón”.